Castillo de Enesa el Puig de Santa Maria

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En el Puig de Santa María se encuentra el castillo de los distintos nombres es un lugar relevante en la historia de València. Viaja en el tiempo y conoce los detalles.

Se alza sobre la cima de un cerro desde el que domina la localidad de El Puig

Declarado Bien de Interés Cultural (BIC) en 2002.
El castillo de Jaime I, también llamado del Puig, de Yubayla, de Cebolla o de Enesa, se alza sobre la cima de un cerro desde el que domina la localidad de El Puig.

El castillo fue construido en el siglo XI por los árabes. En 1093 fue tomado, reconstruido, fortificado, y rodeado de una villa amurallada por El Cid. Esta villa creada por El Cid es la que actualmente se conoce como El Puig. En la fortificación del castillo y en la construcción de la misma villa se usaron madera y piedra procedentes del saqueo del arrabal valenciano, previo a la toma de la capital levantina por parte de Rodrigo Díaz.

Nuevamente en manos musulmanas, el castillo daba protección al acceso por el norte a la ciudad de Valencia, y fue la más importante de las fortalezas que defendieron las puertas de esta ciudad, capital musulmana. En 1237 la población fue conquistada por las tropas de Jaime I, y llamada Puig de Cebolla. En la retirada musulmana, fue destruido por Zayyan para que Jaime I no pudiera utilizarlo para conquistar Valencia, y ese mismo siglo fue reconstruido por Jaime I. En 1240 el rey cedió parte de los territorios a Arnau de Cardona. Finalmente, en 1365 Pedro IV de Aragón mandó destruirlo.

El castillo contaba con tres torres, en formas rectangulares o cuadradas, formas típicas de los castillos musulmanes, de las que aún pueden verse numerosos lienzos de murallas y restos de torres y construcciones auxiliares.

Si les interesa conocer la historia de Jaume I y del Castillo realicen la visita guiada “ El Pas de Jaume I pel Puig” o la visita teatralizada de “Jaume I al Puig”

EL FOSO DEL CASTILLO DEL PUIG

Como era regla general en la época, el castillo de El Puig se situaba alrededor de un foso. Se trataba de una excavación profunda y seca (salvo en periodos lluviosos), que circundaba el Castillo y entorpecía su entrada a los invasores. Asimismo, otra de las funciones del foso era dificultar la creación de excavaciones subterráneas por parte de los atacantes para producir asaltos, labor que todavía se complicaba más en El Puig por el tipo de roca sobre la que se asentaba el Castillo.

LA TORRE ALBARRANA

El castillo de El Puig contaba con una Torre Albarrana de forma más o menos cuadrada, la cual se situaba en el lado noroeste de la montaña. Se encontraba a unos 70 m. de distancia de la fortaleza, en un nivel inferior, y conectada con esta a través de un puente, permanente, o quizás móvil, para quedar totalmente aislada del recinto. La misión principal de esta torre era la de defender la entrada al Castillo, así como la de ampliar el ángulo de tiro que tenían los defensores del mismo.

LA TORRE DEL HOMENAJE

 
Se trata de la torre de mayores dimensiones de cuantas hubo en el Castillo, tanto en altura como en anchura de muros y amplitud interior. Todavía quedan restos visibles de la misma en la montaña de la Patà. Dicha torre constituía el lugar más seguro e importante del recinto, ya que incluso podía independizarse del Castillo en casos de imperiosa necesidad por sus características defensivas. Asimismo, solía ser el lugar de residencia del Señor del Castillo. 

EL ALJIBE DEL CASTILLO

 
En nuestro Castillo el aljibe estaba situado en la parte donde se encontraban las dependencias y las provisiones, en el interior del castillo propiamente dicho. De esta forma, aunque el enemigo hubiese destruido la muralla exterior, la guarnición pódense podía resistir dentro de la segunda muralla, más robusta y donde se encontraba el aljibe y las dependencias del castillo. Estaba construido sobre la roca de la montaña y todo el recubierto de una pintura impermeable, denominada almagra, para evitar la fuga del agua depositada.

TÉCNICA CONSTRUCTIVA

La técnica constructiva empleada por norma general en los castillos musulmanes era el tapial, se podían encontrar otras técnicas como la mampostería, la piedra en seco, los sillares o el ladrillo de adobe, que podían ser complementarias al tapial.

El tapial es una técnica constructiva consistente en la realización de un encofrado de madera que se llena con una mezcla de materiales de obra llamada mortero. Este mortero se añadia por capas, que eran compactadas para liberar las burbujas de aire de su interior. Cuando la primera capa había endurecido, se añadia la siguiente y se repetia el proceso hasta que el muro adquiría la altura deseada.

El mortero estaba compuesto por una mezcla de materiales de obra como cal, tierra, piedras, arena, grava, y cantos rodados procedentes del entorno del castillo y combinados de diferentes maneras.

El encofrado o tapial estaba formado por dos tablones largos que reciben el nombre de hojas y por uno pequeño que cerraba el costado, mantenía la separación adecuada entre las hojas y definía la anchura del muro. Las hojas descansaban sobre unos listones de madera horizontales y perpendiculares a ellas, llamados mechinales, en cuyo extremo encajaban otros listones verticales, llamados parales, que evitaban que las hojas se abriesen al llenar de mortero el cajón formado. Estos listones verticales estaban sujetos por la parte superior con cuerda o alambre.

Una vez finalizada la obra, se retiraba el encofrado, se serraban los mechinales (quedando la madera integrada en el muro) y se cubría la pared de un enlucido para proteger el muro de la humedad, su mayor enemigo.

LA LEYENDA QUE DA NOMBRE A LA MONTAÑA DE LA PATÀ

Existen dos versiones de esta leyenda, la primera, recogida por el escritor del siglo XIX Teodor Llorente, quien atribuye su origen a los habitantes del Puig, dice:

“La patada es, para todas estas buenas gentes, un manantial que, faltando agua al ejército cristiano, brotó al golpear la roca con su casco el caballo del rey D. Jaime”

La segunda versión del aljibe de la Patà cuenta que los árabes de Zayyan, cuando destruyeron el castillo, para que Jaume I no lo pudiese utilizar, taparon el aljibe árabe. Pero el caballo de Jaume I, al girar al lado del depósito de agua, hundió una de sus patas en él, descubriendo de esta forma el aljibe. Este recibía el agua de la lluvia y no de un manantial. Esta segunda versión es la más verosímil, porque los habitantes actuales que todavía llegaron a utilizar el aljibe corroboran que se nutria del agua de la lluvia y, en segundo lugar, porque los aljibes eran un elemento común en los castillos de esta tipología.

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